miércoles, 18 de febrero de 2009

PUTAS


Siempre me han atraído las putas। Confieso una magnética atracción a esas mujeres sorprendentes। No se trata únicamente del deseo físico que implica una mujer de éstas. Se sabe que ellas en su trabajo son eficientes y obviamente el pudor y la mojigatería nunca están presentes. Es mucho más que aquello. Es el sorprendente desmadre con el que van por la vida. Todas ellas tienen esa dignidad especial que desvirtúa cualquier burrada ofensiva con las que se las pueda catalogar. Tienen cierta valentía envidiable, un descaro único que ya se lo querría cualquiera.




Recuerdo alguna vez, años atrás. Por esas extrañas cosas que inundan mi vida, haber estado sentado en un bar de mala muerte en San Antonio con alrededor de una docena de ellas y como me suele suceder, estuve observando y escuchando sus increíbles historias. No recuerdo bien las circunstancias en las cuales fui a parar allí. Pero de que estaba entretenido no cabía duda alguna. Todas ellas se turnaban para hablar. Había viejas y jóvenes, bellas y no tanto, y por supuesto no escaseaban las bromas referentes a lo que harían con un tipo como yo.

Ellas bebían tragos cortos y cervezas y fumaban como condenadas, tal ves si lo estaban al igual que ahora. Recuerdo que las escuchaba atentamente y además preguntaba detalles, que como esto u lo otro y ellas mostraban sus brazos, los cortes de cuchillos, las heridas del alma. La soledad que las embargaba y un montón de otras cosas que la verdad de las cosas no recuerdo muy bien ahora. Es que fue todo muy extraño, el conseguir que me contaran todas esas intimidades. Pensar que yo sólo bebía una soda. Después de todo sólo tenía catorce años.

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