jueves, 20 de marzo de 2014

Bitácora de un viernes sepultado bajo un mar de papeles y más papeles y más...

Y entonces jugamos el papel que nos toca y porque hay que hacerlo. La vida no espera a que nos decidamos a escoger aquél que más nos conviene, sólo pasa y te arrebata tu tiempo mísero. Porque así es, mísero, escaso e indiferente. Y la  pregunta que siempre nos hacemos al cabo de unos años se aparece de pronto y nos atormenta al compás de nuestros pasos en la calle desierta. Y si hubiera...? Y nos responde un eco lejano que tardamos en reconocer como nuestra propia voz, aquella que era joven e insolente, y la memoria vuelve y se encienden las luces algo pálidas por el bullicio diario,  por la rutina diaria del sobrevivir y de nuevo apretamos los puños y nos damos cuenta que no hemos hecho nada de aquello que imaginamos y queda tan poco tiempo. Si, todas las voces jóvenes debieran ser insolentes, sacarle la madre al mundo a veces es buena terapia.