sábado, 8 de noviembre de 2014

Bitácora de Imágenes

             
  Recuerdo que la poeta, una mujer de 60 años aproximados, hablaba de su esperiencia de un viaje, de la Mistral y su mano sobre el pasamano al abordar un avión, de la réplica en yeso que tenía en su poder y que mostraba cual souvenir tétrico ante la platea que eramos nosotros y unas cuantas personas más que asistíamos a su discurso ególatra e inconducente. Todo esto en el marco del aniversario de la biblioteca nacional y de las lecturas poéticas a las que fuimos invitados. Fue entonces que la poeta joven que andaba con nosotros me dijo: "Prometeme que si algún día me pongo así de odiosa  me lo tienes que decir"  No sé porque me acordé de esto, quizá ya es hora de juntarse de nuevo.
              Salir a la calle y comprar el diario es un gesto mecánico. Marixu diría que me he vuelto predecible,  y eso siempre es peligroso remataría. Es Lunes, hay viento pero hace calor o quizá no, con esta gripe y algo de fiebre no estoy muy seguro, de un tiempo a esta parte las cosas se han vuelto algo espumosas, como que se van elevando y desapareciendo a la larga. Si no fuera que tengo que juntarme con los poetas no iria, la verdad me cuesta cada vez más salir a la calle, prefiero la seguridad mística de mis paredes de madera. Es sólo un concepto, la cara vista de la luna, la otra se retuerce taciturna  a las cuatro de la mañana encendiendo cigarros en la penumbra y mirando la noche extinguirse con un trago de más. Pero tengo que ir a San antonio, los poetas esperan y la planificación y la resistencia y un brindis por los viejos tiempos y los nuevos que serán mejores. Hay tanto que hacer y tan poco tiempo. Entonces recuerdo que no tengo plata para movilizarme y recurro a los cajeros, mismos que cuida la ley, si, es verdad, si ya se perdió toda decencia en este país. Y hago el recorrido desde Llolleo hasta San antonio buscando uno con plata, pero muchos de ellos están con cartelitos de mal funcionamiento. Se me ocurre que podría ser una buena práctica esa, el uso constante de cartelitos de mal funcionamiento para ponerlos en diferentes partes, instituciones y hasta personas. Conozco a un par de tipos que debieran tatuarles el letrerito poque no tienen remedio. Fuera de servicio... Me vendría bien uno a mi por un tiempo. ¿Qué tal si mandara a la cresta ciertas obligaciones por un año o más? La verdad es que estoy cansado, aburrido de la ordinariez, incluida la mía desde luego.  Y de esa desfachatez de algunos que es increíble. Esa falta de consideración salvaje que atropella sin miramientos. ¡En qué nos hemos convertido! Debe ser pòr eso que los amigos se marchan, algunos fuera del país, otros se encierran a ver pasar lo más prontamente posible sus vidas. Por eso me repito que un día de estos, un día de estos... Es la estética impersonal y hueca de los tiempos.