sábado, 23 de noviembre de 2013

Bitácora de un Domingo en la noche


Llamadas que sorprenden a las tres de mañana. Dónde estás cabecita loca? Me llama de La Serena con esa verborrea incontinente tan propia de ella. Alguna vez fuimos casi amantes, bueno, yo quería, pero ella dijo que no se apiadaría de mi soledad crónica por el único hecho de que con tipos como yo ella se enamoraba y eso no estaba en sus planes, al menos no hasta que se envejeciera, quizá allí me llamaría o tal vez nunca. Bueno, así es la vida decía mientras se empinaba una botella, armaba un porro y tecleaba su teléfono. Siempre pegada al maldito teléfono. Era su obsesión. Me cuenta de su vida, del maldito trabajo y de las elecciones. Que por quién votaré? No tengo la más puta idea le respondo. El circo está aburrido y el final ya no sorprende, la gente anestesiada y la vida muy dura como para prestarse al jueguito le digo. Si me propones una cosa buena hagamos algo, pero si no, no me hables huevadas concluyo. Ríe como loca, tu como siempre tan hijo de perra me dice cariñosa. Ella es así, insulta tiernamente, y eso me gusta. Bueno cada cual con sus gustos no? Me dice que se viene de vuelta a la capital, que se aburrió del aire puro y el carrete playero. Que los huevones se pusieron densos con tanto rollo existencial en el valle del elqui y que se morirán esperando el encuentro cercano místico en el que se gastaron un cerro de plata, misma que se le acaba y que su tío benefactor ya no estaba con ganas de seguir subvencionando su estadía por allá, así es que se venía y me preguntaba que en dónde estaba, si tenía un sitio en donde dormir y que a que grupo cultoso asistía para llevarla a armar ataos y guerrillas poéticas. Que a ella le encantaba el hueveo y que no me sorprendiera si se aparecía por mi depto un día de estos. Luego cortó y no volvió a llamar.
Y aquí estoy mirando por la ventana temiendo que en cualquier momento aparezca con su maleta de cuero de los setenta y su bolsito artesanal con su provisión de porros, un cuaderno de garabatos poéticos y un espejo para maquillar las arrugas de mierda que la atormentan.

              

2 comentarios:

Unknown dijo...

Un gusto grande leerte, Gabriel.
No sé explicar en lenguaje técnico lo q me ocurre con tu texto, pero diré q logras q uno se meta en tres líneas en esa historia imaginada, y se capta muy bien, por cómo escribes, la esencia de estos dos interesantes seres. Bravo!

Unknown dijo...

Un gusto grande leerte, Gabriel.
No sé explicar en lenguaje técnico lo q me ocurre con tu texto, pero diré q logras q uno se meta en tres líneas en esa historia imaginada, y se capta muy bien, por cómo escribes, la esencia de estos dos interesantes seres. Bravo!