domingo, 27 de septiembre de 2009

Yo no voto

He de señalar que nuevamente somos objeto de la más grotesca y aberrante burla. Maquinada la misma para reírse de nuestras insignificantes pequeñeces, de nuestras revueltas inconducentes o cualquier tono discorde a su programática confabulación.
Se podría decir que solo sufro de un repentino arrebato paranoico u esquizoide y que la realidad dicta mucho de lo que asevero, mas les aseguro que no es así
El desencanto con nuestra seudo democracia es terminal. No existe proceso más cínico e hipócrita que este. Se encuentran toda esa pléyade de candidatos pintarrajeados en sugerentes tonos opuestos, pero que comparten en su interior el alma negra de quienes ambicionan el poder a como de lugar. Haciendo de paso, oídos sordos a cualquier protesta por justa que esta sea.
Considero pertinente señalar con certeza. Para quienes aún esperan ilusionados a casi veinte años de la preparación del carnaval, Que la mentada alegría no llegará. No era posible que aquello sucediera. Los que fueron elegidos para traérnosla yacen absortos en el beneficio propio. Un proceso degenerativo fraguado desde el mismo término de la dictadura. Nos han mantenido sedados y astutamente han sacado provecho de nuestra somnolencia. Nos manejan en un puño y ni siquiera nos percatamos de esta desgracia.
Y aquí seguimos. Contemplando nuevamente los discursos repetidos, las sonrisas falsas que nos observan desde cuanto afiche desplegado sobre nuestras cabezas. Escuchando las consignas que se aúllan desesperadas, peleando a patadas por un cupo de poder con traiciones y bajezas de la peor calaña. Candidatos caricaturescos, cómicos en su impostura, títeres más que nada, cuyos hilos todos sospechan quienes gobiernan, pero que nadie admite saberlo. Si, es una grotesca y aberrante burla, si pensamos en las precariedades diarias de nosotros “los manipulados inconcientes”, los de las cifras micro, los desvinculados, (sin trabajo, cesante. Hasta flojo de mierda me han dicho). Los únicos que nos apretamos el cinturón cuando nos lo piden, los que tenemos que dar el mejor esfuerzo cuando las cosa van mal, como si no lo hiciéramos siempre; Nosotros que esperamos la prometida recompensa que nunca llega. Nosotros las víctimas de esta patraña democrática.
Quiero decir entonces, aunque puede que no le importe a nadie, que yo me niego y reniego a participar de esta comedia irrelevante, y no por el hecho de ser un resentido intrínseco, sino más bien por un asunto de dignidad que aún conservo pese a sus salvajadas corrompedoras. Yo no quiero una cuota de poder o un segundito de fama. Me da asco participar en el festín de los vencedores. Por todo esto es que me abstengo de toda posible y desahuciada gloria. Yo no elijo lo inelegible. Yo no voto.

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